martes, 5 de enero de 2010

REFLEXIÓN 2009



Para mí, cada año representa una escalera de doce escalones que el Señor pone delante de nosotros. Cada escalón representa 30 días de nuestra vida, tiempo cronos, el que transcurre inexorable, y el otro tiempo, kairós, tiempo de desafíos, metas, perseverancia, fuerzas, dudas, certezas, entrega, desprendimiento, logros, desilusión, etc. etc.
En tiempo cronos como dije, inexorablemente cada diciembre coincide con el escalón nº 12, el año que comienza el 1º de enero termina si o si el 31 de diciembre.
Pero no sucede lo mismo con el kairós, “tiempo de”; éste muchas veces termina sin siquiera haber comenzado.
Por ejemplo, el tiempo de sembrar o de cosechar en cada especie tiene una época diferente para su realización y muchas veces termina ese tiempo sin que hayamos comenzado con la tarea. El tiempo de predicar a una persona se puede terminar cuando esta muere sin que le hayamos hablado, tiempo de consolar, de abrazar, de restaurar, etc, puede terminar sin que nunca lo hayamos hecho.
Diciembre es tiempo de pararse en el último escalón y hacer un balance de lo vivido, mirando hacia atrás y tratando de reconocer nuestras falencias y errores en lo que no logramos y agradeciendo al Señor por todo lo bueno conseguido porque si es bueno agradable y perfecto lo hizo Él, no nosotros.
En eso estaba yo cuando de repente subieron de mi corazón a mi mente muchas palabras aprendidas, pero tal vez no ejecutadas en nuestras vidas.
“El camino de los justos es hacia arriba, para dejar más abajo el infierno.
El hombre bueno camina bajo la luz cada vez más resplandeciente del favor divino, a cada aurora sigue un esplendor matutino.
El Señor oye en los cielos, en el lugar de su morada, y perdona, actúa y da a cada uno conforme a sus caminos, Él y sólo Él conoce el corazón de todos los hijos de los hombres.
El Señor nos llena de fortaleza y nos protege por cualquier camino que vayamos, hace nuestros pies tan seguros como los de una cabra montés en las laderas. Nos lleva a salvo por los riscos.
Es nuestro refugio en todas las tormentas de la vida, quien nos guarde de meternos en problemas, nos rodea de cantos de victoria.
Yo los instruiré, dice el Señor, y los guiaré por el camino mejor para sus vidas, los aconsejaré y observaré sus progresos.
El Señor ve nuestros caminos y cuenta todos nuestros pasos.
¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz para poder llegar a ella? ¿Dónde está el lugar de las tinieblas, cuáles son sus fronteras para no traspasarlas y cuáles sus fuentes para no beberlas? El Señor lo sabe y lo muestra a sus amigos, a los que hacen lo que Él manda.”
Señor, levantamos nuestros ojos del viejo año, de la escalera ya caminada, con un corazón humillado por nuestros errores pero esperanzado por tus misericordias que son nuevas cada mañana.
Comenzaremos a ascender el año 2010 sabiendo cuál es el camino que lleva a la habitación de la luz, puestos los ojos en Jesús, en ese Jesús que sin importarle lo oprobioso de su muerte, estuvo dispuesto a morir en la cruz porque sabía el gozo que tendría después, en ese Jesús que ahora ocupa el sitio de honor más alto a la derecha de Dios, Padre mi corazón te oyó decir: Ven y conversa conmigo pueblo mío y mi corazón responde: Ya voy Señor.
Hermanos, que nuestra congregación toda se convierta en el 2010 en un solo corazón que responda lo mismo: Ya vamos, Señor Jesús, caminaremos de tu mano hacia la luz y jamás traspasaremos las fronteras de las tinieblas ni beberemos de sus fuentes. Sí, allá vamos Señor Jesús.