jueves, 26 de febrero de 2009

Agenda de Marzo


Sábado 7 : Reunión de Jóvenes
Lunes 23: Torneo de Bochas, fútbol y Voley...
Para jugar escribinos un comentario.

Tareas Solidarias

Uníte y participa de las diferentes actividades solidarias. Los próximos proyectos
son :
* Pintar una escuela en Cristalería
* Llevar donaciones al barrio Copello de Capitan Bermudez
* Llevar donaciones al barrio detrás del puente Sorrento
Dejanos tu comentario acá y anotate en la actividad que te gustaría participar!!!!

Noche de Música













miércoles, 25 de febrero de 2009

Mi hermana Cecilia.


Como ya les conté, en una familia donde no está la madre, y luego tampoco el padre, las relaciones entre hermanos se profundizan y los roles cambian.
Aunque también hay casos donde la relación se enfría y desaparece, porque, al no haber una presencia de autoridad que los reúna, cada uno toma caminos diferentes.
Gracias al Señor, no fue nuestro caso.
Hoy, voy a hablar de mi hermana mayor, Cecilia, para mis hijos, la famosa “tía Chicha”.
Famosa, porque crecieron escuchando las historias familiares una y otra vez, y aún sin verla mucho, ya que ella sigue viviendo en Paraná, llegaron a amarla a través de mis relatos.
Uno de los roles cambiados fue el de ella, porque pasó a desempeñar el rol de madre, tomando responsabilidades que eran muy pesadas para su todavía tierna espalda.
A pesar de ello, conservó su alma de niña, esa inocencia y pureza de espíritu que hace que todos la aprecien y busquen estar con ella.
Nuestros corazones se unieron desde la infancia, se estableció una dependencia mutua, una necesidad de la una hacia la otra, en realidad, una verdadera unidad de espíritu.
El sentir una lo que le está pasando a la otra, comprarnos cosas muy parecidas, estando yo en Rosario y ella en Paraná, etc.
Recuerdo una fiesta familiar para la cual yo me había hecho hacer un vestido, especialmente diseñado por mí, y venir ella con uno prácticamente igual, también diseñado por ella, carteras iguales, ir caminando calladas, y comenzar a cantar la misma canción, en el mismo momento, en la misma estrofa.
Infinidad de veces decía “hace mucho que no hablo con mi hermana”, y al rato sonar el teléfono y ser ella la que llama.
1º Samuel 18:1: “…el alma de Jonatán quedó ligada con la de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo….hizo Jonatán un pacto con David porque lo amaba como a sí mismo. Se quitó Jonatán el manto que llevaba y se lo dio a David, así como otras ropas suyas, su espada, su arco y su cinturón.
Cuando leí este pasaje, sentí que nuestras almas estaban ligadas, que había un pacto implícito de amor, protección, provisión, identificación, seguridad y entrega en nuestros corazones.
Ninguna de las dos dudó nunca en sacarse el manto para dárselo a la otra.
Además de ayuda, este acto simboliza algo mucho más profundo, significa una verdadera identificación con la otra.
Me pongo tu manto y tus ropas, si me ven a mí, te ven a vos, no me importa si me confunden con vos, porque vos y yo somos lo mismo.
Me hago cargo de todo lo tuyo, y sé que te hacés cargo de todo lo mío.
“…su espada, su arco, y su cinturón…”Depongo todas mis armas delante de ti, me presento desarmada, porque tengo absoluta certeza de que jamás me dañarás ni intentarás ningún ataque contra mí.
Te entrego todas mis armas porque quiero que tengas con qué defenderte si te atacan, que ningún mal pueda tocarte.
1º Samuel 20:42: “…Que Jehová esté entre tú y yo, entre tu descendencia y mi descendencia, para siempre…”
Hago mío este ruego, pero no sólo para mi hermana Cecilia y yo, sino para todos mis hermanos en Cristo, absolutamente todos, en todo el mundo, para esa gran familia de muchos hijos semejantes a Jesús, que fue engendrada un día en el corazón mismo de Dios Padre.
Pero no puedo terminar esta reflexión sin decir esto:
“Querida hermana Cecilia, esto y mucho más hay en mi corazón para vos, podés contar eternamente conmigo, acá y más allá”.

sábado, 21 de febrero de 2009

LA SOBERBIA



La escuela era mi ámbito preferido. En la primaria éramos todas mujeres, o mejor dicho, niñas. Recuerdo cada rincón, cada recoveco, las largas galerías, el gran patio, las escaleras enormes que invitaban a deslizarse por sus barandas lustrosas (cosa que hice en varias oportunidades) y en especial, el gran salón de actos con su telón de terciopelo rojo.
¡Cuántas poesías recité en ese escenario, cuántos cuentos interpretamos allí!
Sí, amaba profundamente a mi escuela y todo lo que se relacionaba con ella.
Era muy buena alumna, excepto en manualidades, y me gustaba mucho escribir. Siempre sacaba diez en redacción y varias veces participé en concursos intercolegiales y ganaba premios para mi escuela.
Estaba en 6º grado y el tema de redacción del día era “El parque Urquiza”.
Paraná, ciudad donde nací, crecí, estudié y trabajé hasta venir a Rosario para casarme, tiene un hermoso parque natural, con barrancas sobre el río, árboles, bajadas y subidas, en fin, un lugar muy hermoso, tema obligado en las escuelas.
Ese día debíamos hacer una descripción sobre dicho lugar. A mí me encantaba ese parque, así que me inspiré y lo describí con mucho amor.
Me sentaba en el primer banco, muy cerca del escritorio de mi maestra, la Señorita Elvira. Era la última hora de clases y mientras copiábamos la tarea del pizarrón, la maestra corregía las redacciones. De repente la maestra empieza a sonreírse, después a reírse para finalmente estallar en una sonora carcajada acompañada de lágrimas. Sí, no había duda alguna, la señorita Elvira habitualmente tan seria ¡lloraba de risa! Y mostraba sus grandes dientes, que siempre me habían asombrado por su tamaño.
Todas nosotras nos contagiamos de su carcajada aunque no sabíamos el por qué de su risa incontenible.
En ese momento hice la pregunta que nunca debí haber hecho: ¿Qué PUSIERON, Señorita?
Ella, secándose las lágrimas de los ojos, hizo un alto en su risa, levantó su dedo y dijo: ¡Fuiste vos, Floreancig! (es mi apellido).
Me quedé paralizada, sentí que mi cara ardía y mentalmente pregunté: ¿Qué puse, Señorita?, porque no me salió la voz.
La maestra, un poco más repuesta de su ataque de risa, leyó el último renglón de mi redacción: “agradezco a Dios el habernos dado tantas bellosidades naturales que alegran mi vida de niña”. Había querido poner bellezas naturales y me salió bellosidades, que encima se escribe con v corta.
Demás está contar las bromas que me hicieron durante mucho tiempo: “A Mary Floreancig le gusta ser peluda” y muchas otras parecidas.
Vuelvo al momento: “¡Fuiste vos, Floreancig!” Sentí tanta humillación y vergüenza que soñé con eso varios días, escuchando esas palabras y viendo los dientes grandes de mi maestra, que crecían y crecían y parecían morderme.
Tal vez parezca exagerado, pero para mis once años fue tremendo, se grabaron en mi mente no sólo el hecho sino también todos los sentimientos que se generaron en mí.
Saqué muchas buenas notas y felicitaciones en mi vida escolar, pero ninguna se grabó en mí con la misma fuerza que este error y la forma en que fue corregido y hecho público.
Desde ese momento jamás volví a pensar y mucho menos a preguntar si los errores eran de los otros. La confianza y la seguridad que sentía en los exámenes (porque siempre estudiaba y tenía mucha memoria) y que, tal vez rayaban en la soberbia, desaparecieron de mí y comencé a sentir temor cuando daban los resultados. Yo también podía tener una mala nota y todos nos podíamos confundir.
“El que se crea estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). “Antes del quebrantamiento, está la soberbia (Proverbios 16:18).
Cuando cuento las cosas de mi vida muchas personas me preguntan: ¿Cómo te acordás de todo?
En realidad no es que todavía me acuerde, sino que nunca me olvidé. Parece que las dos cosas significaran lo mismo, pero para mí no es así.
Los recuerdos son cosas archivadas que uno tiene en algún rincón del alma y que de vez en cuando traemos a nuestra mente, pero las cosas que nunca se olvidan están continuamente en nosotros, forman parte de nuestro presente.
La pregunta que hice en ese momento: “¿Qué PUSIERON, Señorita?”, no la olvidé jamás, la pregunta correcta hubiera sido: “¿Seré yo, Señorita?”
Marcos 14:17: “Cuando llegó la noche vino él con los doce. Y cuando se sentaron a la mesa, mientras comían, dijo Jesús:
- De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar.
Entonces ELLOS comenzaron a entristecerse y a decirse uno tras otro: ¿Seré yo, Señor?”

martes, 17 de febrero de 2009

El cementerio.


Vivíamos en una quinta muy grande, con muchos árboles y animales de diferentes especies (gallinas, cerdos, conejos, caballos, patos, un gran estanque con pececitos, gatos, perros, etc.)
Mis hermanos cazaban pajaritos y tenían una jaula enorme en el patio de mi casa.
Las gallinas y las patas andaban libremente, cada una con sus polluelos, caminando y comiendo entre el pasto, y a la noche, se encerraban en el gallinero.
Cuando alguno de estos animalitos moría, teníamos un lugar cerca de una higuera donde los enterrábamos t le poníamos una pequeña cruz con su nombre.
Con el tiempo el cementerio había crecido mucho y ocupaba un terreno bastante grande.
Una mañana al despertarnos vimos a mi papá y a sus ayudantes pasando el arado en ese lugar.
Corrimos a ver, y el cementerio había desaparecido. En su lugar había grandes surcos hechos por el arado, y la tierra nueva y negra estaba lista para ser sembrada.
Nos enojamos mucho con mi papá porque pensábamos que era más importante ocupar ese terreno para enterrar nuestros animalitos que semillas que producirían verduras y frutos provechosos.
Poco tiempo después, nuestro cementerio se había convertido en un hermoso maizal, que se extendía mucho más allá de ese terreno.
Jugábamos entre los surcos, nos escondíamos entre las plantas de maíz porque eran muy altas, comíamos los choclos en la sopa, desgranábamos los más secos para alimentar a los animales, nos encantaba oír el silbido del viento al mover el maizal.
¡Cuánta vida nueva, cuánta cosecha, cuántos frutos, cuánta alegría había producido el dar vuelta la tierra y sembrar en lo que había sido un cementerio!
La muerte que encerró esa tierra antes del sembradío había contribuido a una mejor cosecha, había actuado como abono para mejorar la tierra.
Así es nuestro corazón, de nosotros depende que sea siempre un cementerio lleno de cruces con nombres diferentes: Rencor, Resentimiento, Desilusión, Dolor, Temor, Envidia, Odio, Incapacidad, Impotencia, Ataduras, etc, que sólo producirán muerte, amargura y rechazo.
Permitamos a Jesús entrar en nuestro corazón como Señor y Salvador.
En su Palabra dice:” Hijo mío dame tu corazón”.
Si se lo entregamos y lo dejamos actuar, Él mismo arará nuestra tierra y la preparará para la mejor siembra que producirá la mejor de las cosechas.
La Palabra de Dios es la semilla por excelencia para cada corazón.
Nosotros podemos elegir tener en nuestro interior sólo muerte, o el mejor de los jardines.
“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida”.

SOLISTAS EN CONCIERTO


DISFRUTA DE BUENA MÚSICA
Y ANIMATE A CANTAR EN EL KARAOKE
SÁBADO 21 DE FEBRERO
21:30HS
RONDEAU Y FREYRE

FOTOS DE UNA NOCHE DE RISA!!!!














viernes, 13 de febrero de 2009

Mi hermano mayor




Crecí siendo la cuarta de cinco hermanos, dos varones y tres mujeres.
El mayor de todos, es varón y jugó un papel muy importante en mi vida, en nuestra vida, la de todos mis hermanos.
Cuando en una familia falta la madre desde muy pequeños y el padre está ocupado en su trabajo, la interrelación entre los hermanos se vuelve mucho más profunda, tal vez hasta se sobredimensiona.
Mi hermano mayor, desde muy chico ocupó su lugar, el de MAYOR, de una manera que no dejaba lugar a duda alguna.
Su presencia y su carácter (léase coscorrones, retos y algún que otro sopapo) se imponía siempre sobre nosotros, sobre todo en las tres mujeres.
Nuestra conducta y amistades estuvo siempre muy “vigilada” y condicionada por él.
“Nadie debe tener nada malo que decir de mis hermanos” era una frase que repetía una y otra vez.
Cuando mi papá muere nuestras edades eran entre once y diecinueve años, y después de deambular un tiempo por casas de tíos, mi hermano (de diecinueve) consigue un trabajo y se hace cargo de nosotros. Es un excelente herrero, oficio que aprendió desde muy chico.
En ese momento, su figura creció mucho más en nuestras vidas, porque demostró que su papel de hermano mayor estaba verdaderamente en su corazón, y estuvo con nosotras cuando más lo necesitábamos.
Yo siempre amé el estudio, el tiempo de escuela para mí fue maravilloso, no me pesó jamás estudiar.
Mi hermano mayor, con diecinueve años trabajó varios años para que yo pudiera terminar el secundario, y eso estará siempre grabado en mi corazón.
Querido hermano, gracias, me hiciste uno de los regalos más importantes de mi vida. Me diste parte de tu vida para que pudiera estudiar.
Pasaron muchos años y un día conocí a otro Hermano Mayor, que dio Su Vida para hacerme el más maravilloso regalo que pueda existir; la salvación, la vida eterna.
Querido Jesús, gracias por amarme, por elegirme primero, por estar siempre conmigo, por escucharme, por contestarme. Por ser mí amado Hermano Mayor, te entregué mi corazón para siempre.
Si estás solo, si sentís que nunca alguien te cuidó, te mimó, si nunca sentiste la presencia permanente de alguien en tu vida, busca a Jesús. Además de tener un precioso Hermano Mayor, habrás encontrado tu Verdad, tu Vida y tu Camino.
Recibe hoy a Jesucristo en tu corazón como Señor y Salvador.

miércoles, 11 de febrero de 2009

La casa que se desliza




Noches pasadas tuve un sueño.
Veía construir una casa sobre cimientos fuertes y profundos.
Al poco tiempo de terminada, entraron alimañas y comenzaron a hacer guaridas al ras del piso carcomiendo la unión de la casa con sus cimientos.
Tantas fueron las alimañas y sus cuevas que la casa terminó soltándose del piso y comenzó a deslizarse lentamente.
“Hijo mío si recibes mis palabras y guardas en ti mis mandamientos, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría…….. Serás así librado de la mujer ajena, de la extraña que halaga con sus palabras, que abandona al compañero de su juventud y se olvida del pacto de su Dios, por lo cual su casa de desliza hacia la muerte y sus veredas hacia los muertos”. (Prov. 2:1-16 al 18)
Hay personas que al conocer a Jesús lo reciben en su corazón y sus vidas comienzan a ser edificadas por la palabra mediante discipulados personales, lecturas bíblicas, encuentros, etc ; pero pasado un tiempo comienzan a abrir sus puertas nuevamente al mundo y es ahí cuando penetran las alimañas, cuando comienza el “adulterio espiritual”.
Santiago nos dice en el versículo 4-4; ¡Adúlteros! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
Cualquiera, pues que quiera ser amigo del mundo se constituye en enemigo de Dios.
Cuando el corazón comienza a ser adúltero, por momentos ama al Señor y por momentos ama al mundo, se corre peligro de que nuestra casa se deslice irremediablemente hacia la muerte.
Deut. 30:19 nos dice:
“A los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros de que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues la vida; para que vivas tú y tu descendencia.”
Señor Jesús, mi corazón te reconoce como el Camino, la Verdad y la Vida; escojo hoy y para siempre ese Camino para conocer siempre la Verdad que me conduce a la Vida, escojo edificar mi casa sobre la Roca, cerrar las puertas al pecado y rechazar la amistad con el mundo.
Mi corazón te dice: Jesús, eligiéndote cada día de mi vida, elijo la VIDA.