sábado, 7 de febrero de 2009

Alguien tomó mi lugar


Transitar por la vida cristiana sin tener una visión clara y una comprensión profunda de lo sucedido en la cruz de Cristo, es como querer navegar un gran océano sin embarcación alguna.
Sin cruz, no existiría el cristianismo y nuestra vida estaría condenada sin remedio.
Comprender lo verdaderamente extraordinario de lo que allí “ocurrió” nos haría exclamar simplemente esto: “Alguien tomo mi lugar”.
Sí, Alguien tomó nuestro lugar, Jesucristo realizó el intercambio más maravilloso que alguien pueda hacer por amor sin condiciones.
En ese momento, el de la cruxifición:
1) Jesús fue castigado para que nosotros pudiéramos ser perdonados
2) Jesús fue herido para que nosotros pudiésemos ser curados
3) Jesús fue hecho pecado con nuestra pecaminosidad para que nosotros pudiéramos ser hechos justos con su justicia
4) Jesús sufrió nuestra muerte para que nosotros pudiésemos compartir su vida
5) Jesús se hizo pobre con nuestra pobreza para que nosotros pudiésemos ser ricos con su riqueza
6) Jesús llevó nuestra vergüenza para que nosotros pudiésemos compartir su gloria
7) Jesús sufrió el rechazo que merecíamos nosotros para que pudiésemos disfrutar de la aceptación que le correspondía como hijo de DIOS
8) Jesús se convirtió en maldición para que nosotros pudiésemos recibir la bendición
Además de llevar sobre EL todo lo malo que merecíamos nosotros por nuestros pecados, comparte con nosotros la gloria que le pertenece por derecho eterno.
En otras palabras, tomó sobre sí toda consecuencia maligna que la rebelión había traído sobre el hombre, para que nosotros recibamos toda bendición derivada de su obediencia.
El resultado de la obra de Jesús incluye cada parte del ser humano (1 Tesalonicenses 5:23) “Y el mismo DIOS de paz os santifique por completo; y todo nuestro ser espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
En el momento de aceptar a Jesús como Señor y Salvador, nos convertimos en hijos de DIOS, “herederos de DIOS y coherederos con Cristo, con derecho legal de compartir con EL toda su herencia”
Todo esto debe ser tomado en nuestro espíritu por revelación, la vida espiritual no se rige por explicación.
DIOS no se explica, DIOS se revela. El camino de la fe apela a la revelación directa a nuestro espíritu y no a la explicación a nuestra mente.
Por fe y revelación me paro diariamente frente a la cruz, reconozco a Jesús como hijo del DIOS Altísimo, reconozco que murió por mi, que tomó mi lugar, que llevó sobre EL todo lo que yo merecía (castigo, pecado, muerte, vergüenza, enfermedad, pobreza, rechazo, maldición), traspaso la cruz, y avanzo, camino del otro lado de la cruz, creyendo que allí quedó toda mi carga y que ahora soy y vivo en perdón, justicia, vida, gloria, sanidad, aceptación, riqueza, bendición en todas las áreas de mi vida.
Sí, creo con todo mi corazón, que “Alguien tomo mi lugar”, y ése alguien es Cristo, poder y sabiduría de DIOS.

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