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viernes, 13 de febrero de 2009
Mi hermano mayor
Crecí siendo la cuarta de cinco hermanos, dos varones y tres mujeres.
El mayor de todos, es varón y jugó un papel muy importante en mi vida, en nuestra vida, la de todos mis hermanos.
Cuando en una familia falta la madre desde muy pequeños y el padre está ocupado en su trabajo, la interrelación entre los hermanos se vuelve mucho más profunda, tal vez hasta se sobredimensiona.
Mi hermano mayor, desde muy chico ocupó su lugar, el de MAYOR, de una manera que no dejaba lugar a duda alguna.
Su presencia y su carácter (léase coscorrones, retos y algún que otro sopapo) se imponía siempre sobre nosotros, sobre todo en las tres mujeres.
Nuestra conducta y amistades estuvo siempre muy “vigilada” y condicionada por él.
“Nadie debe tener nada malo que decir de mis hermanos” era una frase que repetía una y otra vez.
Cuando mi papá muere nuestras edades eran entre once y diecinueve años, y después de deambular un tiempo por casas de tíos, mi hermano (de diecinueve) consigue un trabajo y se hace cargo de nosotros. Es un excelente herrero, oficio que aprendió desde muy chico.
En ese momento, su figura creció mucho más en nuestras vidas, porque demostró que su papel de hermano mayor estaba verdaderamente en su corazón, y estuvo con nosotras cuando más lo necesitábamos.
Yo siempre amé el estudio, el tiempo de escuela para mí fue maravilloso, no me pesó jamás estudiar.
Mi hermano mayor, con diecinueve años trabajó varios años para que yo pudiera terminar el secundario, y eso estará siempre grabado en mi corazón.
Querido hermano, gracias, me hiciste uno de los regalos más importantes de mi vida. Me diste parte de tu vida para que pudiera estudiar.
Pasaron muchos años y un día conocí a otro Hermano Mayor, que dio Su Vida para hacerme el más maravilloso regalo que pueda existir; la salvación, la vida eterna.
Querido Jesús, gracias por amarme, por elegirme primero, por estar siempre conmigo, por escucharme, por contestarme. Por ser mí amado Hermano Mayor, te entregué mi corazón para siempre.
Si estás solo, si sentís que nunca alguien te cuidó, te mimó, si nunca sentiste la presencia permanente de alguien en tu vida, busca a Jesús. Además de tener un precioso Hermano Mayor, habrás encontrado tu Verdad, tu Vida y tu Camino.
Recibe hoy a Jesucristo en tu corazón como Señor y Salvador.
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Reflexión por Mary Floreancig de López
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