miércoles, 14 de octubre de 2009

Veo-Veo




El juego del “Veo-Veo” fue infaltable en mi infancia y en la de mis hijos.
Recuerdo horas y horas jugando con mis hermanos, a la noche, cuando no podíamos dormir, a la hora de la siesta y en los días de lluvia porque no podíamos salir a jugar al campo.
Después, pasados muchos años, fueron mis hijos los que jugaban mientras yo hacía las cosas de la casa, con todos ellos a mi alrededor, descubriendo y aprendiendo colores, tamaños y ubicación de las cosas que había en mi casa.
Parece un juego tan simple e intrascendente, pero par mí fue muy importante porque aprendí a VER, a OBSERVAR y a REGISTRAR en mi memoria cada habitación, cada mueble, cada detalle, las distintas tonalidades de los colores que rodearon no sólo mi infancia, sino toda mi vida.
En otras palabras, aprendí a VER la vida en detalle y en colores, y cuando miro para atrás, recuerdo cada escena, cada persona, cada rostro como si estuvieran frente a mí ahora.
Jugar al “Veo- veo” agudizaba realmente mi visión, despertaba mi interés por escudriñar cada cosa y cada rincón, deseosa de ganar el juego.
Aprendí a VER a las personas, a VER sus rostros, sus expresiones, sus miradas, sobre todo a mi papá y a mis hermanos, a mis compañeros de escuela y a mis maestras. Más tarde, a mis compañeros de trabajo…
Aprendí a ser una “verdadera observadora de la vida”, y eso me llevó a percibir cualquier cambio o necesidad en la cara de las personas, a acercarme a ellas y así establecer relaciones fuertes, con vínculos de verdadero afecto, que han resistido el paso del tiempo y la distancia.
Cuando tengo mi encuentro con el Señor Jesús, y lo recibo profundamente en mi corazón, poco a poco comienzo a conocerlo, a MIRAR y VER con sus ojos. Grande fue mi asombro al entender la tremenda diferencia de VER con mis ojos naturales, ejerciendo mi propia justicia, o sea, siendo sólo una humanista.
“Estamos completamente contaminados e inmundos de pecado. Cuando nos cubrimos de preciosos mantos de justicia, descubrimos que no son sino inmundos harapos”
(Isaías 64:6, Biblia al Día)
Mirando para atrás toda mi historia con los ojos de Jesús, mi “carta de colores” cambió.
Muchas cosas pintadas de alegría, pero que no concordaban con la voluntad de Dios, perdieron su color. Muchísimas otras, teñidas de tristeza y dolor, pero con frutos de madurez, adquirieron nuevo brillo, el de ver en ellas el propósito y la preparación del Señor para lo que es hoy mi presente.
“Pero si Él decide una cosa, ¿quién lo hará cambiar?
Lo que desea lo realiza.
Él, pues, llevará a término lo que ha decidido en cuanto a mí, y muchas cosas semejantes que tiene en su propósito”( Job 23:13-14)
Sí, a partir de conocer a Jesús, mi “Veo- veo” cambio:
-“Veo- veo”
-“¿Qué ves?”
-Veo a Dios en cada cosa, en el árbol de mi ventana. Siempre amé los árboles, sentía que había en ellos un cierto misterio, una vida diferente a la mía, pero a la vez tan parecida, necesitada del calor del sol, del agua de la lluvia, de alguien que pode sus ramas secas, de alguien que se siente a su sombra, de seres que lo necesiten y lo valoren como los pájaros que viven en ellos, y a la vez haciendo raíces profundas que los sostengan cuando los embates vengan.
“El que en mi no permanece, será echado afuera y se secará”. (Juan 15.6)
Veo a Dios en la minuciosidad de cada detalle, de la naturaleza, en el río, en los animales, en las plantas, en las nubes, en todo lo que me rodea. “Todas las cosas por medio de Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho” (Juan 1.3)
Anhelo poder Ver a la gente como Jesús la ve. “Al Ver las multitudes tuvo compasión de ellas, porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tiene pastor” (Mateo 9.36)
Señor Jesús equipa tu iglesia con visión y compasión, elementos imprescindibles para poder cumplir tu Gran Comisión.
Si hoy alguien jugara conmigo al veo veo, mi deseo profundo es que al preguntarle yo “¿qué ven?”, su respuesta sea “vemos a Jesús en vos”.
Un poco más, y llegará el día que la humanidad entera grite “veo veo”… “¿qué ves?”…
“VEO A JESÚS VENIR EN GLORIA”
SÍ, VEN PRONTO, SEÑOR JESÚS

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