martes, 27 de enero de 2009

LA VIOLENCIA



Observamos cómo la violencia va en aumento a nuestro alrededor, y es una constante en la calle, en el trabajo, en los hogares, en los espectáculos deportivos y en toda situación donde la palabra es utilizada como el elemento de agresión. Aún cuando vivimos en un momento de la historia donde la ciencia ha avanzado tanto en el campo de las relaciones humanas, ¡no ha logrado cambiar el carácter del hombre inclinado a la violencia!
Pero si bien está proclive a ello, esto no implica que la violencia sea algo normal en él. Entonces, ¿qué es la violencia?
Es una actitud anormal que se manifiesta con ímpetu y fuerza en forma de agresión.
Enterarnos de las noticias permanentes de violencia en realidad no debe asombrarnos tanto, si consideramos que el mundo entero está regido por el odio, la agresividad, la falta de respeto por la vida del otro, la competencia feroz por el poder, el dinero, los placeres desenfrenados, etc.
La Biblia nos dice en 1 Juan 5:19,”…El mundo que nos rodea está bajo el dominio de satanás”.
Y es precisamente este clima el que nos llega diariamente por medio de mensajes a través de la TV, del cine, de libros, etc.
Estos mensajes no sólo forman parte de la educación y formación diaria de nuestros hijos a través de esos medios, sino que también influyen negativamente en la conducta y en la formación de la escala de valores de los propios padres, educadores y docentes encargados de formar, encaminar y velar a los que, en definitiva, serán los miembros activos de la sociedad del futuro.
En el caso de la violencia escolar seguramente las familias, las escuelas serán sometidas a exámenes y exhaustivos estudios a cargo de distintos especialistas a fin de encontrar una explicación que justifique conductas, deslinde responsabilidades, acalle o despierte conciencias según los casos.
Sabemos que la sociedad es un conjunto de familias o, dicho de otra manera, la familia es la célula de la sociedad. Este hecho puntual debería llevarnos a sacar nuestra mirada de lo global, de lo general, y ponerla en lo individual, en lo particular, que en este caso es la familia, “mi familia”.
Como padres debemos focalizar nuestra atención en nuestra familia, en nuestros hijos, en volver a los principios cristianos, que son los verdaderos principios porque ¿quién sabe mejor cómo edificar a la familia sino el creador de la familia, Dios?
La Biblia, en el libro de Efesios 6.1-4 dice: “Hijos, obedezcan a sus padres por amor al Señor, porque esto es justo. El primer mandamiento que contiene una promesa es éste: Honra a tu padre y a tu madre para que seas feliz y vivas una larga vida en la tierra. Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino más bien críenlos con disciplina e instrúyanlos en el amor al Señor (Biblia al Día).
En Proverbios 22:6 nos dice: “Enséñenle al niño a elegir la senda recta y, cuando sea mayor, permanecerá en ella”.
Jesús te deja un regalo, paz en el alma. La paz que Jesús te da no es frágil como la paz que el mundo ofrece, es tan extraordinariamente maravillosa que la mente humana no podrá jamás entenderla. Su paz mantendrá tus pensamientos y tu corazón en la quietud y el reposo de tal manera que la violencia no tendrá lugar.
Centra tu pensamiento en lo que es verdaderamente noble y justo. Piensa en lo que es puro, amable y honorable y en las virtudes de los demás. Piensa en todo aquello por lo cual puedes alabar a Dios y estar contento. Recibe la paz, recibe a Jesucristo y estarás libre de ejercer violencia y a salvo de los violentos.
Jesús es tu paz y tu refugio.

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